Seis meses después de la peor riada que ha sufrido Valencia en décadas, la Comunitat sigue pagando un precio altísimo. Y no solo en pérdidas materiales o humanas, sino también en confianza hacia quienes nos gobiernan. Carlos Mazón, como presidente de la Generalitat, tiene y tenía una responsabilidad enorme que de ninguna manera podía eludir.
No se trata solo de lamentar lo que pasó, sino de aprender y actuar. La expansión urbana descontrolada, la falta de planes claros de prevención y la desconexión entre las autoridades y la ciudadanía no pueden repetirse. Y aquí es donde Mazón debe dar un paso adelante, no solo con discursos o críticas al Gobierno central, sino con liderazgo real, con decisiones valientes y con transparencia, ausentes a día de hoy.
La polémica sobre su ausencia durante las horas críticas del 29 de octubre no es un detalle menor. Cuando el agua subía y las vidas peligraban, la máxima autoridad valenciana debería haber estado al pie del cañón, coordinando y dando seguridad. En lugar de eso, se fue a comer, dejando a muchos preguntándose si sus prioridades estaban donde debían.
No es momento de excusas ni de cambiar versiones. La Comunitat Valenciana merece un presidente que asuma su papel con la seriedad que la situación exige. Que trabaje para que la próxima DANA nos encuentre preparados, con sistemas de alerta eficaces, infraestructuras resistentes y una ciudadanía informada y protegida.
Carlos Mazón, la próxima vez que el cielo se oscurezca y las nubes amenacen con descargar, no basta con estar presente en las fotos o en los discursos. La gente necesita saber que estará ahí el primer valenciano elegido por todos, al lado de esos valencianos, tomando decisiones rápidas y efectivas, porque de eso depende salvar vidas y minimizar daños.
Valencia no olvida, y la historia tampoco. La responsabilidad estaba en sus manos. #FuerzaValencia
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