Hoy se cumplen cinco años del primer día de encierro en España por el famoso COVID-19. Cinco años de aquel momento que marcó un antes y un después en nuestras vidas. Algo impensable ocurrió en el mundo entero, y ahora, al mirar atrás, cuesta creer lo que vivimos.
El 14 de marzo de 2020, el Gobierno de España declaró el estado de alarma. Se cerraron colegios, universidades, bares, restaurantes y negocios no esenciales. Solo podíamos salir para lo estrictamente necesario: comprar comida, ir a la farmacia o al hospital. La incertidumbre se apoderó de todos mientras veíamos las cifras de contagios y fallecidos aumentar día tras día.
Nos volvimos desconfiados, limpiando todo con lejía, con miedo de tocar cualquier cosa. Mirábamos a los demás con recelo, como si nosotros fuéramos los únicos inmaculados. Una locura: guantes sudorosos pero imprescindibles, mascarillas que nos ahogaban pero que eran necesarias. Las calles desiertas, ni un solo coche. Parecía una escena sacada de una película de Hollywood, pero era real, era nuestra realidad.
Recuerdo un día en particular. Salí a hacer la compra y, en un pequeño acto de rebeldía, decidí desviarme hasta la Playa de los Locos para tomar una foto del mar desde el coche. Fue un instante de libertad en medio de aquel encierro. Pero la Guardia Civil me paró, querían saber por qué estaba lejos de los supermercados de mi zona. Una travesura en tiempos de confinamiento.
Lo mejor de aquellos días: el silencio. Puede parecer insignificante, pero ese silencio lo echo de menos. Lo peor, sin duda, fueron todas las personas que nos dejaron. En las residencias de mayores, el virus arrasó sin piedad. Se colapsaron hospitales, se improvisaron morgues en el Palacio de Hielo de Madrid y en la Ciudad de la Justicia. Miles de familias no pudieron despedirse de sus seres queridos.
¿Podría pasar algo así en el futuro? No lo sabemos, pero al menos hemos aprendido a no ver con malos ojos el uso de una mascarilla si es necesario.
Todavía recuerdo el famoso 3 de mayo, cuando al fin pudimos salir a caminar a partir de las 6 de la mañana. El placer de ver caras nuevas, de cruzar una mirada y saludarnos como si nos conociéramos de toda la vida. Volvimos a respirar la libertad poco a poco.
Todo aquello quedó atrás, pero ¿realmente aprendimos algo? Puede que solo haya sido una locura pasajera, o quizás una lección que se diluye con el tiempo. Lo que es seguro es que hoy estamos aquí para recordarlo y revivirlo.
Os dejamos algunas imágenes que guardamos de aquellos días.
Las del día 14 de marzo terminando la tarde y las del primer día que pudimos salir el 2 de mayo.
Carmen García Navarrete
