Recuerdo cuando era adolescente y empezaba a ir al Instituto, que en el recreo o en las reuniones de amigos y con la confianza que la intimidad de un reducido grupo (no se si era normal pero si corriente), habitualmente se usaba entre otras la palabra “maricón”, siempre sin connotaciones peyorativas. Lo mismo servía como expresión de admiración o como amenaza chocante para el que no se atrevía a hacer algo común (todos recordamos aquello de “maricón el que no baile”). Era una parte de la jerga popular que por otra parte, ni hería sensibilidad ni lo trataba.
Hace unos días, se ha armado un gran revuelo con un ocurrente twit de Iker Casillas, harto de que le atribuyan novias desde su separación, sobre una supuesta salida de armario y una ingenua respuesta “ad oc” de su buen amigo Puyol, una cosa normal entre amigos que no tiene más recorrido pero casi les cuesta la cárcel (es un decir), además del linchamiento público.
De un tiempo a esta parte, se ha llegado a un límite de expresión tan sutil que para escribir aunque sea una frase a un amigo, hay que revisar (yo lo hice) detenidamente el texto no sea que se ofenda algún colectivo, ya que el nivel de ofensa va en aumento y ya ha alcanzando y superado la ridiculez. Y más ridículo aún, cuando se pide perdón por algo que has dicho sin acritud, motivado quizás por ese invento del “delito de odio”, que tan ligeramente se llevan a la boca, los rebuscadores de ofensas.
Ese es el problema de la escritura, que en el papel no se puede apreciar la intención, pero ahí entra el sentido común para entender el contexto, a la vez que por la misma regla este contexto se puede aislar y utilizarlo en contra (generalmente) o a favor del firmante.
Se puede llamar moro, negro o sudaca, a alguien conocido con la confianza que te da la amistad, pero ojo que no te lo lea/oiga alguien ajeno que te puede echar encima 5 o 6 colectivos guardianes de la (su) moral y junto a un juez arcaico y timorato, complicarte la existencia. Mejor utilizar subsahariano, afroamericano o latinoamericano, que aún sonando cursilón quedas libre de toda suspicacia y pecado.
Ya es hora de dejar de tener la piel tan fina, vivir y dejar vivir los cuatro días que pasamos en este bonito planeta.
Solo recordar que si alguien se ha ofendido por algo que escribí o escribiré, tiene tres faenas, ofenderse, desofenderse y releer el artículo completo sin sacar frases de contexto. Es mi manera objetiva de ver las cosas, fuera de otras intenciones. Después cada uno lo puede interpretar como quiera, pero eso ya es otro cantar.
Juan Carlos García Sala -Torrevejense del Sequión-