En las últimas semanas, la atención pública se ha centrado en la aparición de «pellets» en las costas gallegas, pero la problemática no se limita a esa región. Nuestras playas en Torrevieja también sufren la contaminación por microplásticos, generando una creciente preocupación entre la comunidad local. Quienes han disfrutado de las playas en Torrevieja habrán notado la presencia constante de pequeñas bolas de plástico, provenientes principalmente de desechos plásticos arrojados al mar, ya sea de manera voluntaria o involuntaria, por las lluvias, ríos y otros canales.
Estas diminutas esferas, conocidas como «pellets» de plástico o lágrimas de sirena, tienen un diámetro inferior a 5 milímetros y son la materia prima utilizada en la producción de la mayoría de los productos plásticos. Albert Font de Rubinat, Co-fundador de la organización sin ánimo de lucro Good Karma Projects, destaca que estos «microplásticos primarios» ya nacen o llegan al medio ambiente en ese tamaño, a diferencia de los «microplásticos secundarios» generados por la degradación de fragmentos más grandes.
Los «pellets» de plástico, al tener un costo muy bajo y carecer de regulación que lo impida, se pierden a lo largo de toda la cadena de valor, desde la producción hasta el transporte, y terminan contaminando nuestras playas y mares a través de arroyos y ríos. Según un estudio encargado por la Comisión Europea en 2018, se estima que se pierden hasta 160,000 toneladas de pellets de plástico cada año en todas las etapas de la cadena de producción y distribución de plásticos en la Unión Europea, equivalente a una pérdida de ocho billones de pellets al año, o 265,000 pellets por segundo.
Los pellets de plástico representan actualmente la segunda fuente de microplásticos en los océanos y mares, con un alcance global del 92%, lo que subraya la gravedad de este problema extendido. Esta contaminación no solo afecta la estética de nuestras playas, sino que también tiene consecuencias devastadoras para la fauna y la flora marina, al introducirse en su cadena alimentaria y dañar el delicado equilibrio del ecosistema marino.
La aparición de microplásticos en nuestras costas es solo la punta del iceberg, advirtiendo sobre un futuro complicado si no se toman medidas significativas para abordar esta amenaza medioambiental. La concienciación y la acción son fundamentales para revertir esta situación y preservar la belleza y salud de nuestras costas y mares.