¿Quien no ha paseado este verano por el paseo Juan Aparicio entre camisetas, bolsos y zapatillas deportivas, o por el centro esquivando patinetes sin control, o ha tenido problemas de paso por coches mal aparcados?
Tenemos un problema ciudadano, que no político y urge una solución a corto plazo.
Allá por los años 60/70, cuando los veranos en Torrevieja eran exactamente iguales que ahora, pero que no nos machacaban diariamente en los medios con las “olas de calor”, las heladerías locales (Sirvent, La Ibense, etc.) hacían su “agosto” con la venta por las calles con sus carritos adaptados con su tracción de bicicleta.
Polos de hielo, coyotes, bombones helados, helado de corte, horchata, limón granizado y la extraordinaria agua de cebá, que al grito callejero de “helado de corte y polo” aglutinaba a los vecinos por la mañana para que por un “duro”, te llenaran un vaso de los grandes de Duralex hasta arriba. Era uno de los placeres veraniegos de la época, junto con la “rosiaera” que pasaba por las tardes para refrescar el ambiente de las calles de tierra y que todos los niños esperábamos para sin querer queriendo, nos mojará también.
La venta de helados en verano, tan habituales como los carritos de Monge vendiendo pasteles por la calle, así como Manolo “el lechero” con su particular bocina vendiendo leche de cabra a domicilio, el afilador que siempre anunciaba levante o el esporádico “arrope y calabasate”, venían siendo parte del paisaje callejero del pueblo. Nadie les pedía permisos de venta ni certificados de calidad, todos confiábamos en su buen hacer y que yo sepa jamás hubo ningún problema sanitario ni administrativo.
Con la evolución del pueblo, las cosas fueron cambiando y los requisitos necesarios y obligatorios de regulación y sanidad, cambiaron la fisonomía de ventas y la venta ambulante se restringió al mercadillo de los viernes y al paseo de los “Hippis”, quedando prohibida fuera de días y lugares estipulados.
Aunque se han hecho algunas excepciones con los siempre recurrentes “el camión del tapicero” o los vendedores de fruta puerta a puerta, que algunos domingos por la mañana nos despertaron con su soniquete y que eran (y son) una especie de molestia obligatoria en las mañanas festivas.
Hace unos días dando una vuelta por el paseo Juan Aparicio, aunque ya lo sabía, me encontré con un espectáculo difícil de explicar. De aquellos esporádicos vendedores ambulantes, hemos pasado a una invasión literal del paseo, donde apenas se puede caminar unos pasos sin tener que esquivar a una o dos personas, que se disputan contigo los escasos dos metros libres que quedan para pasear. Los famosos “manteros” ocupan bancos de descanso y más de la mitad del paseo desde el hombre del Mar, hasta el solar del antiguo Tintero y toda la avenida de los Marineros, hasta las Columnas. También esto ocurre en el paseo de la playa paralelo a la calle Mayor de La Mata.
La regulación y los requisitos y condiciones de la venta no sedentaria, son de acuerdo con el concepto establecido en el artículo 1 del Decreto 65/2012, de 20 de abril del Consell, por el que se regula la venta no sedentaria en la Comunidad Valenciana y por tanto la realizada dentro del término municipal de Torrevieja.
Esta regulación es pública y se puede ver en la página del Ayuntamiento, apartados de “Ordenanza de venta no sedentaria”. Pues bien, si se leen todos los apartados y artículos que regulas administrativamente la venta ambulante, los denominados (bien o mal) “manteros”, incumplen cada uno de los artículos de que consta esta ordenanza.
Se que hay mucha alma samaritana que aboga por que a estos chic@s (en su mayoría subsaharianos) se les deje vender, con las excusas de que tienen que comer y que mejor ahí que delinquiendo, como si solo tuvieran esas dos opciones.
Lo que está claro es que todos y cada uno de los locales de comercio dados de alta en Torrevieja, disponen de sus permisos correspondientes, altas administrativas, inspecciones de sanidad, inspecciones de hacienda, pago de impuestos, cotizaciones de empleados y SS, agua, luz y un sinfín de cuotas de obligado pago, sin los cuales no podrían abrir la persiana cada día. Al contrario de estos vendedores ambulantes que además de la venta ilegal cuentan con el agravio de la venta de productos falsificados.
Pero uno no deja de salir de su asombro cuando la solución que se propone es sancionar al posible comprador, haciéndolo culpable de la proliferación y ocupación de espacio en los paseos públicos.
Y todo esto tiene un porqué. La escasa capacidad de control policial, ya sea por precariedad, por falta de efectivos o a saber que otros motivos que desconocemos.
Se pueden poner los carteles de disuasión que se quiera, pero si no hay nadie que controle esos posibles “delitos”, todo se queda en simple anécdota.
Porque ya no es solamente la invasión mantera, es el abuso de los patinetes, especialmente por el centro, es la barra libre de los aparcamientos, son los botellones sin control en el dique de levante, y últimamente el horario para sacar de residuos orgánicos a la calle.
El nuevo puerto, las nuevas pistas de atletismo, las reparaciones de los paseos de la Mata o la extraordinaria parrilla cultural que tenemos es de 10, pero hay que cuidar los demás detalles de una complicadísima ciudad que se está yendo de las manos.
No pretendo poner soluciones ya que ese no es mi cometido, la solución parece que no llega a un problema enquistado durante años en esta ciudad. La constante de desviar las responsabilidades a Costas, gobiernos autonómicos, centrales y vuelta a los locales, según pinten los colores de los que gobiernan hacen que cada vez la solución esté más lejana y sea más inviable. No es un problema político, es un problema ciudadano y al que le toca es el que lo tiene que resolver. Torrevieja no se puede permitir otro verano de descontrol con quejas constantes, somos un importante destino nacional e internacional de vacaciones y como tal se deben de prestar todos los servicios para los que se dejan los “cuartos” en nuestros negocios, vuelvan el próximo año.
Como siempre, solo son reflexiones desde el sillón del porche, aguantando las olas de calor y las danas que esporádicamente nos visitan. Feliz verano y todos a trabajar para solucionar lo solucionable.
Juan Carlos García Sala -Todo Torrevieja-