Importante presencia de Pelagia noctiluca en las costas y playas del Distrito Marítimo de Torrevieja en estos días.
En ocasiones se producen afloramientos masivos de medusas que obligan a cerrar playas; una de las especies responsables de estos eventos es la medusa clavel.
La medusa clavel o medusa púrpura, Pelagia noctiluca, se distribuye por todo el Atlántico norte, desde el ecuador hasta el mar del norte, y llega a las costas tanto del golfo de México como del mar Cantábrico. Se adentra también en el mar Mediterráneo, y cada cierto tiempo, llegan a la costa enjambres, grandes afloramientos que obligan a levantar la bandera roja en las playas. Y aunque no es la única especie que causa estos episodios, sí es la especie predominante.
Ejemplar de ‘Pelagia noctiluca’
Un ciclo vital inusual
El ciclo vital de Pelagia noctiluca apenas dura un año, pero es un ciclo muy peculiar. A diferencia de la mayoría de las medusas, que tienen una etapa pólipo, la medusa clavel carece de esa fase. Esta especie de medusa se reproduce sexualmente, liberando machos y hembras adultos simultáneamente los espermatozoides y los huevos en el agua, durante todo el año, pero con máximos en otoño y primavera.
Cuando el huevo es fecundado, eclosiona en una larva denominada plánula, de vida libre, que nada gracias a los cilios que recubren su cuerpo. Tras una semana, la plánula se desarrolla en una segunda fase larvaria llamada efira, que un mes después se transformará, finalmente, en una medusa adulta, que morirá tras la puesta de huevos, no más de nueve meses después.
Las causas de las plagas de medusa clavel
La biología reproductiva tan peculiar de la medusa clavel, distinta del resto de medusas, es uno de los principales motores de su aparición masiva en nuestras costas. Pero no es la única causa.
Hasta la década de los 80 del siglo pasado, el afloramiento masivo de medusas clavel sucedía aproximadamente cada 12 años, con un comportamiento más o menos cíclico. Se descubrió que las variables climáticas eran buenas predictoras de este fenómeno, favorecido especialmente por inviernos suaves, bajas precipitaciones, alta presión atmosférica y, especialmente, temperaturas elevadas.
Ejemplares de ‘Pelagia noctiluca’
Las aguas cálidas ayudan muy significativamente a la proliferación de las medusas clavel, y el mar Mediterráneo reúne las condiciones geomorfológicas y climáticas para ser el caldo de cultivo perfecto. Cada verano, debido al cambio climático antropogénico, la temperatura del Mediterráneo aumenta y se mantiene elevada cada vez más y durante más tiempo. Por tanto, podemos afirmar que el cambio climático está modificando esos ciclos de afloramientos de 12 años, haciendo que cada vez sean más frecuentes y de mayor magnitud.
Pero existe otro efecto. A la medusa Pelagia noctiluca le gustan las aguas algo contaminadas, –particularmente, por metales pesados–, la materia orgánica en descomposición y el exceso de nutrientes, sobre todo de nitratos. Esto se debe a que estos contaminantes estimulan el crecimiento de las colonias, y también a que son factores que afectan negativamente a otras formas de vida que compiten contra las medusas o las depredan.
El ejemplo más visual de este suceso lo encontramos en las costas del Mar Menor. Históricamente, esta laguna costera hipersalina tenía poblaciones poco importantes de medusas Aurelia aurita. Sin embargo, cada cierto tiempo saltan las alarmas de enormes afloramientos de medusas clavel, coincidiendo con los impactos, cada vez mayores, que el ser humano está causando en este entorno. El Mar Menor recibe una enorme cantidad de contaminación cada año procedente, sobre todo, de la agricultura y ganadería intensiva, la pesca, la minería y el turismo.
Ejemplar de ‘Pelagia noctiluca’
La picadura de la medusa clavel
Como la mayoría de las medusas, Pelagia noctiluca dispone de unas células especiales que presentan una especie de látigo invertido, que al activarse, se desenrosca repentinamente como disparado por un resorte, causando pequeñas heridas en la víctima, y descargando una dosis relevante de veneno. A estas células se las denomina nematocistos.
Pero lo que las hace diferentes al resto de las medusas, que solo presentan nematocistos en sus tentáculos, es que la medusa clavel está totalmente cubierta de ellos, no solo en los tentáculos y los brazos orales, sino también en la umbela, el cuerpo de la medusa. Por lo que el simple contacto con ella puede ser peligroso.
Las picaduras de la medusa clavel se producen principalmente en la piel, como lesiones similares a latigazos, con dolor local que puede persistir hasta dos semanas, y efectos semejantes a la urticaria. Es fácil que deje cicatrices teñidas de un color malva, debido a un efecto de tatuaje: el aguijón, además de llevar una carga de toxina, también presenta un pigmento que puede entrar en la herida y permanecer en la piel. Aunque es poco frecuente, la picadura puede desencadenar una reacción alérgica con un desenlace fatal.
Diez días después de la picadura, pueden aparecer erupciones, más o menos recurrentes, e incluso varios años después, puede suceder una recaída. El mecanismo por el cual sucede esto aún está en investigación, pero la hipótesis más aceptada es que, probablemente, el veneno reaccione con el colágeno dérmico y produzca un antígeno activo, que se acumula bajo la piel, y en un momento determinado estimula una respuesta inmunitaria.
Referencias:
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FUENTE: MUY INTERESANTE
Crónicas Naturales de Torrevieja